Muchas veces pudimos haber escuchado
o sentido la necesidad de diferenciar entre emociones positivas y negativas. Sin embargo, veremos que eso corresponde a una división cultural más que
ontológica. Lo más probable es que consideremos negativas aquellas emociones
que nos provoquen la sensación de malestar mientras que las positivas, las que
nos provoquen placer. De este modo es comprensible que intentemos evitar y/o
reprimir aquellas “negativas” como la pena, rabia o miedo, pero es justamente
esto lo que nos gatillaría un sinnúmero de otras consecuencias.
El planeamiento que nos gustaría
proponer en esta ocasión es que consideraemos todas las emociones como positivas. Esto, porque se
presentarían cuando a algo tenemos que atender. De este modo, en lugar de
intentar evitar ciertas emociones, negarlas o reprimirlas, lo mejor sería hacerse algunas preguntas como
- ¿Qué emoción es la que estoy
percibiendo?
- ¿Qué ocurre que se me presenta X
emoción?
- ¿Qué necesito para resolverlo?
En definitiva ¿qué función está
cumpliendo esta emoción para mí en este momento?
Que las emociones tengan una función
es una premisa básica para nuestra especie, en tanto han sobrevivido a nuestra
evolución por algún motivo. Nos gustaría revisar en próximas
entradas la función de nuestras emociones básicas, para que podamos
comprender desde sus inicios lo que podrían estar indicándonos.
Esas emociones básicas son: Pena, Alegría, Tristeza, Rabia, Amor erótico, Miedo y Ternura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario