No existen los accidentes, sólo propósitos que no hemos entendido

~Deepak Chopra

jueves, noviembre 24, 2011

Ami Regresa: Extracto

Hemos mencionado antes, aquí y aquí, el libro Ami, El Niño de las Estrellas de Enrique Barrios.

Leyendo el segundo libro de la trilogía, encontré el siguiente extracto. Fue muy inspirador, así que lo comparto con uds.

CAPÍTULO 3
El espectáculo erizaba los cabellos, era maravilloso: un enjambre descomunal de estrellas multicolores estaba desparramándose en espiral por todo el firmamento. Cada partícula luminosa se desplazaba lentamente. Aquello producía la impresión de volutas de humo colorido, luminiscente. Estrellas,
cometas, soles y planetas. Nubes multicolores de algo que semejaba algodón de azúcar o gas encendido; resplandecientes filamentos estirándose, formando rizos, disolviéndose.
La gigantesca espiral estaba haciéndose cada vez más grande. Se esparcía como si tuviera vida.
Algunos puntos producían estallidos de luz muy fugaces, como lentejuelas.
-Estamos observando el movimiento de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Ahora escucharemos el sonido que produce cada partícula en movimiento.
Ami tocó un punto del tablero. La nave quedó llena de sonidos indescriptibles. Zumbidos agudos, graves; silbidos, broncos truenos sostenidos. Los destellos fugaces producían un campanilleo que recordaba la lira.
El resultado final era un concierto impresionante.
-Así suena la galaxia. Avanzaremos la velocidad.
Levantó suavemente un botón y todo ese enjambre se aceleró de una forma increíble. Se estiraba, crecía. Cada vez más me parecía que toda la galaxia era un ser vivo, consciente, un ser que danzaba, una centellante medusa cósmica que extendía luminosos apéndices al ritmo de su propia melodía. Sí, porque al acelerarse el movimiento comprobé que el concierto y la danza tenían armonía melódica y ritmo. Una pulsación, una cadencia, un vaivén...
-¡Qué maravilla, mi Dios! -exclamó Vinka, emocionada. Unas lágrimas humedecían sus ojos hermosos, más bellos y luminosos así, con los múltiples colores de la danzante galaxia reflejados en sus pupilas, bañadas de centelleos estelares...
La voz de Ami expresó reverentes sentimientos:
-Aquí estamos un poco más cerca de la perspectiva de Dios; sin embargo, Él disfruta de todas las galaxias danzando a la vez. No contempla desde fuera, como lo estamos haciendo nosotros; es Él quien danza transformado en millones y millones de cúmulos estelares... Más todavía: Él contempla desde el interior de cada ser. Desde los descomunales como una galaxia, hasta los ínfimos, como nosotros y los todavía menores. Por amor comparte su maravilloso Espíritu con todas sus criaturas.
(...)
-Una galaxia no es un ser.
-¿Qué es, entonces? -preguntó Ami, con una sonrisa.
-Es una cosa, un conjunto de estrellas, pero no tiene vida.
-¡No tiene vida! -repitió, como quien ha escuchado una barbaridad-. Si una célula de tu hígado pudiera salir y verte, según sus medidas de tiempo, en una fracción de segundo, diría que tú eres una masa inerte, algo extraño, sin membrana celular, sin núcleo. ¿Comprendes?
-Creo que sí. ¿Entonces...?
-Entonces la galaxia es un gran ser del que somos partes microscópicas, un ser infinitamente más consciente e inteligente que nosotros.
Aquello me pareció absurdo.
-¡¿Inteligente?!
-La misma sorpresa demostraría una célula de la uña de tu dedo meñique si otra célula le dijera que tú eres inteligente. Tú, esa masa muerta, que sólo vive para dar origen a "la máxima creación del universo": la célula de la uña del dedo meñique de la mano derecha de Pedrito.

Al tener esta perspectiva... ¿no es fácil sentirse parte del Todo, de Dios?

¡Somos uno con Dios!

1 comentario:

Bárbara Belmar Menanteau dijo...

Gracias por compartir este extracto, Ami siempre me ha parecido parte de ese gran concierto que ha llegado hasta nosotros.
Me maravilla constatar la "unicidad" a traves de este tan hermoso relato. Ojalá cada vez más humanos comiencen la comprensión de esta tremenda verdad!
Bárbara Belmar M