A continuación describiré brevemente de qué se tratan los mandalas, estas hermosas figuras, que son simples y complejas, con un gran potencial para trabajar internamente.
Un mandala corresponde a una figura compleja, que representa el macrocosmos y el microcosmos, es decir, el Universo. Si bien como concepto proviene de India, también se encuentra este tipo de figuras en culturas occidentales como los Mayas, Incas, etc. y conocemos sus potencialidades en occidente, gracias a C.G. Jung (psicólogo y psiquiatra suizo, fundador de la psicología profunda y considerado como el primer ps. transpersonal, aunque él nunca se definió como tal).
El mandala es un arte milenario que permite, "por medio de un soporte gráfico, llegar a la meditación reviviendo emociones aletargadas y activando habilidades olvidadas". En el Budismo, son considerados "un espacio divino creado por manos humanas, que permiten que los pensamientos fluyan, se profundice la meditación, promueve la relajación y también la concentración".
Igualmente permite acceder a la conciencia absoluta, en tanto instrumento de pensamiento.
En psicoterpia es muy útil colorear mandalas como técnica de relajación y de incentivo en la focalización de tareas principalmente en niños, pero también en los adultos. Por otra parte, permite "recobrar el equilibrio (recentrage), el conocimiento de sí mismo (intuición creativa e interpretación de sus propias creaciones), el sosiego y la calma interna (concentración y olvido de los problemas), necesarios para vivir en armonia". De este modo, su utilidad es múltiple.
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