No existen los accidentes, sólo propósitos que no hemos entendido

~Deepak Chopra

domingo, enero 01, 2012

ARTÍCULO: ¿Cómo renovarse en este nuevo año?

NO HACE mucho circuló un video que mostraba una colmena después de una fuerte lluvia. Abejas muertas, zonas inundadas, ramitas y desechos: el huracán Katrina a escala microcosmos. Lo sorprendente es que en apenas tres horas todo volvía a la normalidad. ¿Cómo es posible?
Las abejas, esos insectos altamente organizados, no sólo se dividen en "realeza" y "clase trabajadora". También existen las subespecialidades "aseadoras" y "ventiladoras". Las primeras eliminan cadáveres y cualquier objeto que interfiera con las tareas del panal, mientras que las "ventiladoras" baten sus alas para renovar el aire al interior de la colmena. Sin esta eficaz y periódica acción de limpieza y reciclaje, la vida al interior del panal simplemente se detendría.
Pues bien, los seres humanos también necesitamos renovar y hacer circular el aire en nosotros mismos y en los espacios donde habitamos. De lo contrario, corremos el riesgo de que nuestra vitalidad se atasque en la pieza o en el cajón de los cachureos.
No sólo estamos hablando de un asunto práctico como puede ser desperdiciar un buen lugar de la casa por culpa del desorden. Sobre todo, se trata de ganar espacio mental, porque un ambiente congestionado y hostil nos predispone a tomar malas decisiones y, en consecuencia, atenta contra nuestro nivel de bienestar.
También estamos hablando en términos cerebrales y de la capacidad que tenemos de eliminar los malos recuerdos. Si bien diversos estudios muestran que los eventos negativos tienen un mayor impacto en nuestro cerebro -una investigación con resonancia magnética realizada por el Boston College mostró una mayor actividad celular en las regiones ligadas a las emociones-, los especialistas afirman que con el esfuerzo suficiente podemos eliminar estos recuerdos que arrastramos en el año.
Por desgracia, no somos tan prácticos como las abejas a la hora de discriminar qué nos sirve para nuestro plan de vida y qué es mejor eliminar. A diferencia de estas criaturas diminutas, el homo sapiens otorga a los objetos y a los recuerdos un valor simbólico que va más allá del aquí y el ahora. El resultado puede ser una obra de arte, pero también un montón de fotografías que se apila sin control sobre un velador y nos mantiene prisioneros del pasado.


Estas fotos del pasado (o la chatarra que arreglaremos "algún día" del futuro) empobrecen nuestro presente, según explica la doctora Robin Zasio en su libro The hoarder in you. (Rodale, 2011). ¿Y qué cachureo puede ser más valioso que el presente?
Por eso, la fecha de Año Nuevo es usada en muchas culturas para renovar las casas o los lugares de trabajo. Se trata de una especie de ritual (en Estados Unidos se llama spring cleaning y coincide con el fin del invierno), que además de limpiar persigue simbólicamente dejar atrás aquellos aspectos menos positivos de nuestras vidas.
Y aunque no le gusta usar la palabra "rito", la doctora Zasio explicó a La Tercera que estas purgas estacionales o festivas de todas formas son "comportamientos saludables" que traen aparejados múltiples beneficios sicológicos. De hecho, diversos estudios científicos sugieren que más allá de deshacernos de atuendos y aparatos en desuso, el comienzo de un nuevo año es una época ideal para olvidar los malos ratos que pasamos en la oficina y en la casa o las obsesiones que nos trastornan día a día.
¿Suena imposible? Lo cierto es que las investigaciones muestran que basta con realizar el esfuerzo de no pensar en el lado pesimista de la vida para alterar las conexiones neuronales del cerebro. El resultado puede ir desde dejar atrás ese ánimo derrotista que hemos exhibido durante el año, hasta olvidarnos de las malas noticias o, incluso, partir el 2012 recableando el cerebro para mostrar mayor compasión hacia el prójimo.
Aprendamos entonces de los científicos, pero sobre todo de las abejas y de algunas culturas milenarias.
¿Proceso mental o sahumerio?
De los chinos, por ejemplo. La llegada de un nuevo año no es para orientales puro carnaval, dragón incluido. Primero deben limpiar sus casas lo mejor posible, ya que, según la tradición, esta es la forma de evitar "arrastrar las desgracias del año anterior".
Si retrocedemos hasta los antiguos griegos y romanos, nos encontramos con ritos similares: para ellos el hogar era un templo que habitaban los dioses y diosas domésticos, muy celosos de mantener sus espacios libres de indeseables.
Como vemos, la necesidad de asear y limpiar nuestros ambientes es un asunto universal. En su libro The hoarder in you, Zasio cita una encuesta en la que el 91% reconoció sentirse abrumado por la acumulación de objetos en sus casas al menos una vez; la mitad se siente incómodo de recibir visitas por esta razón, mientras el 88% desearía vivir en un ambiente más despejado. Según este sondeo, el estrés y la ansiedad se disparan cuando los espacios comienzan a ser invadidos por cúmulos de cosas y por la desorganización.
Limpieza de fin de año, spring cleaning, purga, catarsis o sahumerio. No importa el nombre, sino realizar un cambio con el propósito de mejorar la calidad de vida. A la hora de identificar quiénes son los que más aprovechan esta costumbre, el American Institute of Cleaning de EE.UU. realizó una encuesta que indica que el 82% de la Generación Y (18 a 29 años) se deshace del exceso de objetos acumulados una vez al año.
¿Los principales hot spots donde se realiza la limpieza? El dormitorio (73%), la cocina (65%) y los clósets (60%). Zasio es terapeuta del programa de televisión Hoarders (Síndrome de Diógenes) y cree que los procesos sicológicos que intervienen en los casos más extremos no son muy distintos de aquellos que nos mantienen apegados a objetos y rutinas poco saludables.
Se trata de un espectro que va desde la persona que no guarda nada, porque no soporta una pizca de desorganización, hasta historias como la de los hermanos Collyer, quienes murieron en su mansión de la Quinta Avenida, literalmente, aplastados por 136 toneladas de material acumulado durante la primera mitad del siglo XX.
Pero volvamos a los procesos sicológicos que nos impiden desprendernos de pertenencias y que se esconden detrás de frases como "Tengo miedo de tirarlo en caso de que lo necesite en el futuro"; "Adquirirlo fue una oportunidad, ¿cómo botarlo?"; "Me lo dio alguien cercano y me sentiría culpable…", todas razones que la terapeuta analiza en su libro.
¿El común denominador? Una distorsión cognitiva. Es decir, una distorsión en el procesamiento de la información que recibimos de nuestro entorno.
El cerebro "cachurero"
Zasio insiste en que el problema de los acumuladores compulsivos no es de carácter, sino que tiene que ver con desequilibrios en la química cerebral. Estudios con imagenología realizados por el neurosiquiatra de la Universidad de California, San Diego, Sanjaya Saxena, especialista en trastornos obsesivos compulsivos, mostraron ciertos patrones de actividad cerebral asociados con el problema y sugirieron en los afectados una atrofia o forma inusual en los lóbulos frontales, que es el área responsable de las funciones ejecutivas y de la toma de decisiones.
Es decir, quienes no son capaces de mantener un ambiente funcional tendrían disminuida su capacidad para tomar decisiones. Esto provoca un círculo vicioso, porque, a su vez, un entorno caótico debilita la lucidez para decidir.
Zasio pone como ejemplo un refrigerador abarrotado que dificulta hacer la lista de compras en el supermercado. Observadas desde esta perspectiva, cuestiones como reducir, reutilizar y reciclar van más allá de un tema de solidaridad con la rata almizclera o cualquier otro animal en peligro de extinción. Se trataría de un asunto de solidaridad con nosotros mismos si no queremos pasar a engrosar la lista de especies desaparecidas, como los hermanos Collyer.
¿Se puede romper el círculo una vez que el caos se instaló en nuestras vidas? Por supuesto. Según Zasio, si identificamos las distorsiones en nuestra forma de pensar, podemos modificar ciertos comportamientos. A su vez, los resultados positivos provocados por estos pequeños cambios reforzarán patrones de conductas más saludables.
Imagine el caso de una dueña de casa que piensa que fracasará si no logra ordenar en un solo día el caos acumulado por años en su casa. Se trata de un tipo de pensamiento "todo o nada", sin matices (distorsión cognitiva).
Ahora, si la misma mujer da un pequeño paso -partir por ordenar el living, por ejemplo-, comprenderá que es capaz de vivir en un espacio funcional, sentirá menos ansiedad y estrés, lo que la llevará a tomar mejores decisiones y mejorar así su calidad de vida. Por algo existe la frase "actuar con la mente despejada".
La buena noticia de estas investigaciones es que en una sociedad que tiende al acaparamiento -conducta mal adaptativa heredada de nuestra época como cazadores/recolectores-, todos podemos vernos beneficiados con estos mínimos cambios. Y comenzar en una fecha simbólica, como es la llegada de un nuevo año, es una buena idea.
Renovando nuestra mente
Para partir un nuevo período, comencemos por la renovación mental. Porque tal como ocurre con las obsesiones, la gente puede suprimir eventos o recuerdos perturbadores si opta por no pensar en ellos. En un reciente experimento, expertos de la U. de Colorado (EE.UU.) enseñaron a 16 adultos a reconocer y memorizar 40 pares de fotos, cada uno de los cuales tenía una imagen de un rostro inexpresivo acompañado de una escena de asesinato o un choque automovilístico, entre otras.
Tras memorizar cada par, a los participantes se les mostró sólo el rostro y se les pidió pensar o no pensar en la imagen que la acompañaba, mientras un escáner registraba su actividad cerebral. Cuando a los sujetos se les dijo que bloquearan la imagen perturbadora, se registró una reducción de actividad en dos zonas de la corteza prefrontal del cerebro donde se procesa y almacenan el recuerdo en sí y la carga emocional que conlleva.
De acuerdo con Brendan Depue, autor del reporte, los resultados indican que las personas efectivamente y con práctica pueden suprimir recuerdos específicos. Si se logra eliminar esta información que sólo nos hace daño se podría obtener otro beneficio adicional: despejar la mente de información irrelevante y así preparar nuestro cerebro para pensar mejor.
En el fondo, dicen los especialistas, es como si un cúmulo de cachureos enfrente de nuestras narices nos condenara a ver sólo los objetivos de corto plazo (encontrar las llaves para ir a trabajar), pero una vez desechados podemos contemplar qué queremos realmente hacer con nuestras vidas.
Calendario y ciclos vitales
El Feng Shui, una disciplina milenaria, está lejos de usar términos como "distorsiones cognitivas" o "atrofia del lóbulo frontal". Aún así, es sorprendente cómo las recomendaciones de esta pseudociencia coinciden con la de los estudiosos del comportamiento humano.
Cuando se trata de preparar la casa para recibir un nuevo año, por ejemplo, aconseja "vaciar para llenar" y "tirar también las viejas ideas para dar espacio a las nuevas". La transmisión generación tras generación de este tipo de rituales que resultaron útiles para la supervivencia nos llevó a compartir con las abejas la tarea de limpiar y renovar nuestros espacios para que la vida siga su curso.
Pero en el camino al homo sapiens el asunto se le complicó. En The hoarder…, Zasio explica que al igual que un acumulador compulsivo, alguien enfrentado a la disyuntiva de desprenderse de ciertas pertenencias sufrirá algún nivel de ansiedad. Lo positivo es que una vez dado el primer paso, los beneficios son evidentes: el proceso de crear un ambiente más despejado y funcional nos permite observar nuestras vidas en perspectiva ("la película completa") y concentrarnos en las metas a largo plazo.
Por este motivo, Jack Samuels -siquiatra de la U. Johns Hopkins (EE.UU.)- ha identificado varios pasos clave para deshacernos de lo que se acumula en nuestras casas. Uno de ellos, por ejemplo, es darse 15 minutos al día para despejar nuestro espacio: "Comience con algo pequeño -una mesa o una silla, tal vez- en lugar de intentar la inmensa y apabulladota casa de una sola vez".
Al finalizar el año, agrega, hay que deshacerse de las cosas que no se ha usado en los últimos 12 meses: "Eso significa ropa vieja, aparatos rotos y proyectos que nunca termina. Recuerde que muchos objetos son fácilmente reemplazables si los vuelve a necesitar".
En estas tareas de limpieza y renovación, muchas veces debemos inventar fechas simbólicas para animarnos a despedirnos de la camiseta regalona, tan insalubre. Las abejas, en cambio, no tienen necesidad de un calendario para decidirse a actuar. A estos bichitos laboriosos les basta la urgencia de que la vida fluya. Nada más.

Fuente: http://diario.latercera.com/2011/12/31/01/contenido/tendencias/26-95733-9-renovarse.shtml

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